CRÍTICA DE LIBROS: “Verano negro” de M.W. CRAVEN - 396Págs.
Sinopsis de Ediciones Roca: Jared Keaton, afamado chef, se encuentra cumpliendo cadena perpetua por el brutal asesinato de su hija Elizabeth. Su cuerpo nunca fue hallado y Keaton fue condenado en gran parte por el testimonio del detective Washington Poe.
Una joven mujer se presenta a las puertas de una remota comisaría de policía con evidencias irrefutables de que ella es Elizabeth Keaton, Poe se encontrará con el dilema de una investigación que bien podría costarle mucho más que su propia carrera profesional.
Con la ayuda de la única persona en la que confía, la brillante pero socialmente compleja Tilly Bradshaw, Poe emprende una carrera contra reloj para responder la única pregunta que importa: ¿Cómo puede una persona estar viva y muerta al mismo tiempo?
Y de pronto, Elizabeth desaparece de nuevo, y todas las pistas de la investigación señalan otra vez a Poe.
* * *
“Cuando uno espera el engaño, lo ve en todas partes”.
“El odio te desgasta y no perjudica a aquellos que te hicieron daño. Es como tomar veneno y desear que muera tu enemigo”.
“Nadie hace una pausa antes de dar buenas noticias”.
En esta novela hay bastantes informes científicos; forenses, biólogos, médicos y policías, abundan en la trama. En todos ellos hay una velada crítica del deteriorado sistema de justicia penal británica.
Mientras el policía Washington Poe va reuniendo datos minuciosamente, el autor nos recrea con una serie de personajes muy atrayentes y bien perfilados. Tilly Bradshaw se hace apreciar. El relato está salpicado de anécdotas amenas y curiosas; como los arrumacos del perro springer spaniel o las peculiares rarezas de los granjeros. El ritmo de la narración es mesurado, en aumento y sin descanso, para dar con lo que no quiere ser encontrado.
Permítanme una confesión. Me fascina la técnica de este escritor en los pasajes en que “apenas se mueve nada”. Craven aprovecha esos momentos para detenerse en las pequeñas manías de los actores, en su lado oculto, en detalles minúsculos o la manera que emplean para colocar las cosas o untar la tostada (todo, en tono muy inglés). Estos descansos (con los dos protagonistas del relato, especialmente) los agradece el lector porque humaniza a los tipos y te encariñas con ellos. Lo mismo digo del perro Edgar, que uno quisiera tener en su propia casa.
Cuando Poe, el policía protagonista, entra en la cocina del afamadísimo chef tres estrellas Michelín, el autor nos describe, en pocos trazos, el acelerado mundo culinario, los pequeños trucos creativos y las grandes emociones nutricionales. Catorce platos que irían llegando cada quince minutos; tres horas experimentando comida. Contado con amenidad ejemplar. Hay mucho que aprender de este autor.
Buenos ratos, necesarios y convenientes, que ayudan al lector a recuperar fuerzas para la trama que se avecina. Esta técnica tan simple parece que todavía no les haya entrado en la cabeza a buena parte de los autores actuales de novela de intriga (incluyo, de manera destacada, a los escritores españoles de la especialidad, que no pueden parar ni un minuto de destripar o tirotear sin sentido).
Esta novela es un destacado ejemplo de lo que debería ser un relato de intriga. Sin trampa ni cartón. Un modelo de libro bien escrito, muy ameno, sumamente interesante. Felicitaciones a su autor.
No se lo pierdan.
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