Las mujeres y el 8 de marzo
No cabe duda que el 8 de marzo de 2018 con
sus manifestaciones, debates, etc., ha supuesto ––después de tiempos de cierto
silencio–– una intensa reflexión de los planteamientos feministas.
Recordemos que las feministas, en años no
muy lejanos, han sido tachadas en nuestro país como personas frustradas,
libertinas o bien han sido simplemente ignoradas.
Ahora, en 2018, ha aflorado con fuerza un
movimiento feminista –que se reconoce diverso– reivindicando múltiples
aspectos vitales:
–La no violencia física y verbal.
–La igualdad social.
–La igualdad salarial.
–La igualdad sexual.
–La igualdad intelectual.
– Etcétera.
Sin embargo, muchísimas personas ahora se
resisten a aceptar que la desigualdad existe y, bajo la apariencia de una
cierta bondad o buenismo, desdibujan los problemas argumentando que:
–Tanto hombres como mujeres han de ser
valorados como seres humanos. (¡Normal!).
–El feminismo ataca al
hombre y al sistema capitalista.
–Como europeos, en España, el problema no
existe porque las mujeres pueden hacer todo cuanto deseen.
Quienes sostienen esto se olvidan:
–Del acoso: laboral, sexual, etc.
–De la sobrecarga del trabajo de la mujer
en los hogares.
–Del tipo de imagen que se valora
en muchos medios de comunicación para acceder a un trabajo (bonita presencia,
simpatía…).
A los que estos días han sido preguntados,
por los medios de comunicación, en la respuesta todos se declaran feministas. Algunos, lo hacían
esgrimiendo una risita y un tonillo que los delata. (Aclaro que en este escrito
no distingo el masculino y el femenino porque han sido múltiples las
declaraciones que se han hecho en televisión a personas de ambos sexos).
Terminemos esta reflexión con una llamada
de atención, cargada de ironía: “la igualdad llegará cuando una mujer
tonta pueda llegar tan lejos como hoy llega un hombre tonto” (Estelle
Ramey, endocrinóloga y feminista de comienzos del siglo XX).
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