¿Te puedo tutear?
¿Te puedo tutear? Esta pregunta, igual que el imperativo tutéame, implica que quien las pronuncia se arroga cierta autoridad. Hoy, tutear asemeja imprimir el valor juventud. Ustedear
parece que incomoda y se suele dejar exclusivamente para tratamientos
muy protocolarios: en el trato a los Jueces y en las Cortes (Su Señoría), los mandos del Ejército (Usía, Vuecencia) o la Casa Real (Majestad).
Sin el usted, se nos va una herramienta importante de comunicación. Perder el usted sería perder una percepción de la realidad. El usted iguala a la gente por arriba mientras que el tu lo hace por abajo,
El castellano permite situar claramente al interlocutor como próximo (tú, vos, vosotros) o lejano, pero de corrección y de respeto (usted, ustedes). Mientras que el inglés, por ejemplo, sólo tiene el you, aunque tenga otros recursos lingüísticos para dar formalidad o indicar familiaridad.
Con
la profusión actual del tuteo se está llegando a una familiaridad ––en
ocasiones–– un tanto improcedente, cuando no grosera, porque supone la
pérdida del valor y la dignidad del otro. Me viene a la cabeza el
ambiente hospitalario, por ejemplo, donde se tiende a tratar al enfermo
casi de forma ridícula. Se dice que los mayores se tranquilizan con el
tuteo (a ver, Vicente, qué te pasa). Dudo que siempre sea así; mucho más cuando también se emplea el diminutivo (dame la manita). Sé que muchos ancianos lo consideran una falta a su dignidad.
Nos
educaron para hablar con deferencia a los mayores, a las personas con
responsabilidad social. En definitiva, que no se debía hablar del mismo
modo a un anciano que a un compañero de pupitre.
Porque
“la palabra es mitad del que la pronuncia y mitad del que la recibe”. A
veces, en conversaciones con otras personas, dudamos entre el usted y
el tuteo; señal de que con el tuteo no se ha repuesto la función del
usted.
Hay que destacar que las fórmulas de urbanidad no implican desigualdad entre las personas sino respeto. Respeto que todos nos merecemos porque no cabe duda que al tutear a nuestro interlocutor ocasional invadimos su “burbuja vital”. El coleguismo, la relación de colega, planea en todos los ambientes.
Hoy,
hablar de usted parece incómodo. Lo vemos continuamente en las
entrevistas por televisión y en situaciones cotidianas. Se pretende
establecer proximidad. Pero no podemos olvidar que tutear al jefe o a un
desconocido no implica afecto ni solidaridad.
Hace
apenas dos décadas el lenguaje publicitario empleaba el usted en sus
recomendaciones. Hoy día usan el tuteo casi de forma generalizada
porque, aseguran, “genera confianza”. La publicidad cambia los usos y
costumbres sin que la sociedad se percate de ello. Saben que somos
vulnerables y nos moldean. Lo malo es que también los presidentes de las
compañías telefónicas, del gas y de la luz, y que no producen ninguna
seguridad, emplean el tuteo para anunciar que van a pegar un sablazo
considerable, indigno. Nos hacen sentir como si fuéramos personas a las
que les gusta pagar y ser maltratados.
¿Qué
está influyendo en nuestra sociedad para que necesitemos rebajar la
cortesía en vez esforzarnos en tener un trato amable y respetuoso?
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