Sacudir el manzano
Cristiano
Ronaldo,
antes de comparecer ante la Audiencia Nacional, realizó el paseíllo ante muchos admiradores, 50 cámaras y 100 periodistas. Más
que al banquillo de los acusados parecía que fuera a la Gala del Balón de Oro.
El futbolista se declaró “autor
criminalmente responsable” de cuatro delitos fiscales. Empero, los fans le
pedían autógrafos. La burricie de este país.
El engreído fulano se atrevió a
declarar ante el juez: “Si no me llamara Cristiano no estaría aquí sentado”. No
señor mío. Está usted siendo juzgado porque no ha pagado los impuestos a los
que estaba obligado por la ley española. Por algo así fue a la cárcel Al
Capone, como es bien sabido.
Iñigo Errejón ha plantado cara a Podemos, ha renunciado a su acta de diputado y se presentará como candidato, con la plataforma Más Madrid, al estilo Manuela Carmena.
Si el panorama político español está
borroso (los socialistas, sin apoyos, vacilan sobre el presente y el futuro;
Ciudadanos está desdibujado y el PP escopetado), “Podemos está en shock”, como ha reconocido uno de sus
dirigentes. Después del asunto Errejón, le ha llegado a Pablo Iglesias una
catarata de problemas y dimisiones.
La izquierda española está pasando una
fase de desconcierto y de identidad. No encuentra respuesta a los problemas
reales de la gente, ni a los retos secesionistas. El resultado de las
elecciones andaluzas ha dejado a toda la izquierda como si les hubiese pasado
por encima una apisonadora.
Personalmente he sentido, desde hace
mucho tiempo, más afinidad por Errejón que por Iglesias (madraza que es una). Quiero
pensar que Iñigo Errejón puede ser el candidato de toda la izquierda.
Acabo de enterarme de que España exporta
más maquillaje que vino. Qué cara se
me ha quedado Jesús bendito. La gente europea presta más atención a aparentar
ser lo que no se es ––maquillarse–– que a solazarse con un buen Rioja, un
Jerez, un cava o un Rivera (del Duero, no Albert).
La desgracia de Julen, el niño que el 13 de enero cayó a un pozo por el que sólo
una criatura como el cabía, ha destapado el deplorable tratamiento que los
medios de difusión han prestado a esta tragedia.
Me ha recordado la genial película de
Billy Wilder en 1951: Ace in the hole (“As
en el agujero”) estrenada aquí como “El gran carnaval”. Casi la totalidad de
televisiones han dado al acontecimiento una cobertura desmedida y carroñera.
Dios nos libre.
Las televisiones han hecho su agosto:
Una gran audiencia, grandes ingresos publicitarios. Es así de tremendo.
Nos han bombardeado con todo tipo de
conjeturas, entrevistas y bocetos hasta el delirio. Después de escuchar un
testimonio que aseguraba que “antes de 15 horas no se podrían reanudar las
tareas de rescate”, a los cinco minutos conectaban de nuevo con su enviado
especial para que contara “las novedades”. ¿En qué quedamos? ¿En qué lugar ponen la
dignidad de la sociedad?
A Juan José Cortés (el padre de Mª Luz
Cortés, asesinada en 2008), que el PP ha elevado a la categoría de “el
intérprete del dolor”, le han pedido constantemente sus impresiones. ¿Qué
pintaba este hombre en lo de Julen? Ha sido una miserable vergüenza.
Los espectadores tenemos la solución
para evitar fechorías de esta calaña: cambiar de canal o apagar el televisor.
Si cae bruscamente la audiencia, aprenderán de una dichosa vez.
Es lo que una servidora ha hecho.
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