GLORIA
El tremendo temporal que nos azota ha dejado
al descubierto lamentables y pertinaces abandonos.
No quisiera recurrir al conocido
dicho: “Piove, porco Goberno!”
(llueve, cochino Gobierno) pues los desastres de la naturaleza son inevitables.
Y más concretamente este episodio, que ha tenido magnitudes desconocidas hasta
la fecha (este enero puede ser el más húmedo en un siglo).
Muy poco se puede hacer ante el furor de la
mar, el fuerte viento, la pertinaz lluvia o el frio.
Con todo, la situación creada en el
Paseo Marítimo ha mostrado otra vez lo desvalida que está la población de
Almassora que reside permanentemente a orillas del mar.
La iluminación del Paseo Marítimo necesita ya un cambio radical para ser
eficiente. Y no sólo sustituirla por leed.
Es sabido que, a la menor circunstancia, el Paseo se queda a oscuras; si bien
es cierto que en cuanto los vecinos avisan, se repara enseguida la avería. Pero
son demasiados parches. Hay que renovar el alumbrado por otro que soporte las
inclemencias adversas, que es –precisamente– cuando más lo necesitamos.
La Avenida Mediterránea está sin terminar, después de 15 años
paralizada. Estos días –más que nunca– hemos clamado para que, ante los daños feroces
del mar sobre el Paseo Marítimo, esa incompleta, menguada y serpenteante vía
alternativa nos dé un verdadero servicio. Los vecinos están circulando por allí
(a contra dirección y como buenamente pueden), para salir del atolladero que se
forma desde el culo de saco –al
final del Camí la Mar– hasta Ben Afelí. Hay que desbloquear este proyecto,
encallado durante tres lustros por la torpeza de los responsables políticos del
Partido Popular de Almassora.
Y, de paso, que le quiten ese nombre: Una
avenida
es una vía ancha.
La Mediterránea no es ni vía ni ancha. Parece
diseñada por una lagartija.
Cualquier urgencia que precise algún
vecino planteará serios problemas a una ambulancia. La Playa de Almassora hoy
no es lugar para viejos. Ni para emergencias.
Tampoco es desdeñable el lamentable internet que tenemos. Va a pedales. Se ha aireado pomposamente la
llegada de fibra a la Playa, pero el asunto se demora entre la desidia y la
burocracia. En estos tiempos. Es desesperante.
Así no es posible tener atendida a la
ciudadanía ni ofrecerles una oportunidad para trabajar desde su casa. Hace
falta más voluntad y (sobre todo) persistencia.
Estos días hay que elogiar el
comportamiento de la Policía Local.
Años atrás, asistíamos a la delirante obsesión
del alcalde Casanova para dotar a Almassora de un Paseo Marítimo deslumbrante.
No quiero imaginar a dónde lo habría transportado Gloria. A estas horas
sería “un desastre esplendoroso”, como dijo Zorba el Griego.
Otras amenazas no se irán cuando
desaparezca el temporal. El reciente accidente en la Petroquímica de Tarragona ha sido un nuevo sobresalto. También, en
la Playa, tenemos un Complejo…
Miedo me da pensarlo.
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