Deslavazado
Se
comentaba que la Iglesia estaba muy callada en estos tiempos de tribulación.
Pues
no ha durado mucho. Resulta que la Conferencia Episcopal está temerosa porque
va a dejar de percibir 155 millones de euros, al no ser posible pasar el
cepillo en las iglesias.
Está
permitido el culto, pero no la asistencia de público.
Incomprensiblemente
el pasado domingo se celebraron misas con asistencia de fieles, a pesar de la
prohibición del Gobierno por temor a contagios. En la catedral de Granada, las
fuerzas de orden no interrumpieron la misa (como se ha dicho en cierta
prensa), en presencia del arzobispo, sino que se desalojó a los asistentes.
Sin embargo, el cardenal de Valencia,
Antonio Cañizares, fue mucho más lejos que los medios afines. Durante la
Vigilia Pascual, celebrada en su catedral, el purpurado denunció: "Se
nos ha querido quitar la libertad de proclamar la Resurrección y ello se ha
demostrado en lo sucedido en la catedral de Granada".
Una declaración sin sustancia, deslavazada. Lo
que seguramente a este señor le hubiera gustado proclamar era que si no asistían feligreses no habría recaudación,
obviamente.
Y es
que la fé de algunos católicos es tan relajada que no les da por enviar dádivas
a las cuentas bancarias de la Iglesia; las limosnas se dan a la vista en
bodas, bautizos, comuniones y entierros (BBC-E).
En fin, como decía aquella iaia: ¡Señor,
llévame pronto!…
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