CRÍTICA DE LIBROS: “La sospecha”, de Friedrich Dürrenmatt [216 páginas]

 SINOPSIS: tras una delicada operación quirúrgica, que tal vez le alargue un poco más la vida, el comisario Bärlach, en su lecho del hospital, lee, curiosa y simbólicamente, un ejemplar de la revista Life. Una fotografía allí publicada despierta en el médico que acaba de operarle la sospecha de que el tristemente célebre doctor Nehle, que practicaba operaciones sin anestesia en el campo de concentración de Stutthof, podría ser el actual director de una clínica privada suiza.


A partir de ese momento, Bärlach emprende una arriesgada investigación que le conducirá, a través de una alucinante trayectoria poblada de monstruos, a un desenlace que él jamás pudo imaginar.

El escritor suizo Friedrich Dürrenmatt nació en 1921 y para celebrar su centenario, Tusquets ha reeditado algunas de sus obras. Hace decenas de años leí su “La visita de la vieja dama” y me pareció un gran libro. He querido volver a este autor con “La sospecha”, publicada en 1951. A este dramaturgo, se le ha considerado el precursor de la novela negra. Sobre todo, las obras que tienen como personaje al comisario Bärlach.

Desde luego esta obra es una novela menor del autor suizo. Plantea la trama como una partida de ajedrez: el policía contra el asesino. Aunque la sospecha de quién es el asesino ya se revele en las primeras páginas porque a Dürrenmatt parece interesarle, por encima de todo, el diálogo entre los atormentados personajes.

Nos dice que es una poderosa parábola: los pobres mueren como han vivido. El rico muere de otra forma; ha vivido rodeado de lujo y quiere morir rodeado de lujo. Por eso el final de los acaudalados es el sanatorio apodado El infierno de los ricos, al que el comisario nos arrastra, en su búsqueda del asesino nazi.

Los protagonistas se explayan de esta forma:

“La ley no es la ley, sino el poder; este axioma está escrito por encima de los valles en los cuales perecemos. Nada es lo que parece en este mundo, todo es mentira. Cuando decimos ley, queremos decir poder, pensamos en la riqueza. Y cuando pronunciamos la palabra poder pensamos en la riqueza y cuando la riqueza aflora a nuestros labios esperamos disfrutar de los vicios del mundo”.

La sospecha, desde el punto de vista negro y policial, contiene clamorosos fallos: toda ella resulta poco creíble; hay algunos personajes nada relevantes para el argumento, que podían haberse suprimido. El desenlace ––eso sí––, es sorprendente. Dürrenmatt parece interesado en las tesis más improbables: en el azar curioso y en el artificio. Ingredientes muy lejanos del carácter oscuro de los ambientes realistas en que se desenvuelve la novela negra.

Personalmente, me temo que la obra no ha envejecido bien.

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