CRÍTICA DE LIBROS. - “Los vencejos” de Fernando Aramburu (698 páginas).

Sinopsis de la Editorial Tusquets: Toni, un profesor de instituto enfadado con el mundo, decide poner fin a su vida. Meticuloso y sereno, tiene elegida la fecha: dentro de un año. Hasta entonces cada noche redactará, en el piso que comparte con su perra Pepa y una biblioteca de la que se va desprendiendo, una crónica personal, dura y descreída, pero no menos tierna y humorística. Con ella espera descubrir las razones de su radical decisión, desvelar hasta la última partícula de su intimidad, contar su pasado y los muchos asuntos cotidianos de una España políticamente convulsa. Aparecerán, diseccionados con implacable bisturí, sus padres, un hermano al que no soporta, su exmujer Amalia, de la que no logra desconectarse, y su problemático hijo Nikita; pero también su cáustico amigo Patachula. Y una inesperada Águeda. Y en la sucesión de episodios amorosos y familiares de esta adictiva constelación humana, Toni, hombre desorientado empeñado en hacer recuento de sus ruinas, insufla, paradójicamente, una inolvidable lección de vida.

*  *  *

La novela está dividida en doce capítulos (doce meses), con una extensión aproximada de 50 páginas cada uno; y un postrero, breve, capítulo más (“Seis días después”). Dentro de cada capítulo mensual, hay subdivisiones –como de página y media–, sin romper la secuencia cronológica, porque Aramburu no la ha querido establecer para que el resultado sea un libro amenísimo, profundo; de lenguaje, llano, directo y divertido. La narración se ayuda con anotaciones (sus papeles, como dice el narrador), que el protagonista va escribiendo en primera persona. Nos narra recuerdos y reflexiones. Habla de su familia, su perro, el trabajo y de las notas anónimas que le depositan en su buzón. Hay que reconocer al autor su gran habilidad para que el lector en todo momento tenga bien definido cada uno de los personajes (no muy abundantes, por otra parte) gracias a los originales apodos u otros hábiles recursos que facilitan muchísimo el disfrute el libro.

El escritor emplea muy bien el lenguaje que se habla en la calle; al igual que hiciera en su día Rafael Sánchez Ferlosio en “El Jarama”.

Toni, el protagonista es un hombre sin rumbo que busca sacarse toda la suciedad que acumula en su interior; quiere que lo entierren limpio en sus últimos instantes. Y así va desgranando sus escarceos juveniles, su papel como padre, como profesor de filosofía en un instituto madrileño, sus vivencias con mujeres, sus labores domésticas…

Como a los vencejos (pájaro que da título a la novela y que se pasa la mayor parte de su vida en el aire), a Toni le hubiera gustado no tocar el suelo, no rozarse con nadie.

Con gran originalidad, el autor narra matices del protagonista y de su entorno. Es un acierto de ingenio y buen humor, dedicado a contarnos con desgarro la verdad personal de su vida y su evolución como persona.

Incluso, en algunos momentos, Toni se permite bromear sobre el estilo coloquial de sus diarios: menos mal que escribo sin responsabilidad de literato.

La mala baba: Esa mujer sólo tiene cabeza para que le duela.

Se puede decir que el resultado es un libro, profundo, agrio, reflexivo, analítico, pero que se lee con una amenidad desacostumbrada, en novelas de esta extensión, y en el actual panorama narrativo español, que me hace creer que Aramburu es un escritor que aún tiene mucho bagaje para seguir narrándonos historias de una vida intensa, madura y cultivada.

Describe con mucha amenidad acontecimientos que pasan en Madrid (El 11-M, los desahucios, los fondos buitre, las elecciones sucesivas, el juicio a los dirigentes catalanes del Procés, manifestaciones…) y el impacto que causan en los personajes.

A medida que me iba acercando al final, disfrutaba elucubrando si mis vaticinios sobre el desenlace de la trama se confirmarían y –al mismo tiempo– sentía mucha tristeza porque terminaba mi relación con un libro que me ha proporcionado mucho deleite y un placer inolvidable.

Es una novela conmovedora.

(Un buen amigo me apuntaba hace días que, últimamente, me estaba saltando la suspicacia que me producen los libros de más de trescientas páginas. En efecto, reconozco que es así. Pero en el caso de Los vencejos no he necesitado acumular buenos propósitos para vencer aquellos prejuicios).

 Sus 700 páginas me las despaché en dos tardes lluviosas.

Gracias, Fernando Aramburu.

No esperen a que les hablen de esta novelaza. Léanla cuanto antes.

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