CRÍTICA DE LIBROS: Piel quemada, de Laura Lippman, 316 págs.

Sinopsis de editorial Salamandra:

1995. Después de abandonar a su marido y a su hija, Polly, va a parar a un pueblo prácticamente desconocido llamado Belleville, en Delaware. Un pueblo de menos de dos mil habitantes con un bar-restaurante llamado High-Ho. Allí, en la barra del bar, conocerá a Adam que dice estar de paso. Extrañamente ella querrá asentarse en aquel lugar y Adam decidirá hacerlo también. Ambos iniciarán una relación amorosa donde lo que primará serán los secretos y ninguno podrá estar seguro del otro. Pero la relación seguirá hacia adelante y ambos se enamorarán.  

Novela de suspense donde la baza principal de la intriga consistirá en ir descubriendo poco a poco los secretos que guardan ambos protagonistas. En el caso de él, enseguida sabremos qué se esconde tras sus intenciones, pero no así en el caso de ella, donde a medida que evoluciona la trama se irá descubriendo poco a poco a otros personajes y otros misterios en la vida de Polly, destapando un pasado de horror y de violencia. La traición mutua de ambos protagonistas al no explicarse la verdad, influirá en un misterio que, según Laura Lippman, se inspiró en los escritores Anne Tyler y James M. Cain.

*  *  *

El estilo de Laura Lippman se me antoja muy americano. Es directo; salvo para detenerse a especificar cosas, que tal vez sean primordiales en USA (por ejemplo: “si tomaba la carretera 50 en lugar de la 404” pasaría esto y lo otro y lo de más allá). Recurso del que abusa con demasiada frecuencia.

Me desazona aquel modo de vida de unas gentes que tanta importancia conceden al aceite de cacahuete, a los cereales del desayuno o a preguntas tipo “¿En qué Instituto estudiaste?”. La novela, al estar narrada en tercera persona, tiene demasiadas reflexiones de la autora, que resultan cargantes. Hay muchas citas de escritores (sobre todo de James Cain, autor de El cartero siempre llama dos veces o Perdición), de músicas. Y comics de consumo local; o sea: de Bellevie.

Como en Bellevie (algo así como el culo de Norteamérica), nunca pasa nada, Laura Lippman tiene que apañárselas para sacar material narrativo de todas partes: de discusiones sobre el tamaño de las hamburguesas o de las detalladas reformas de un piso (este tema da para bastantes páginas), resultando una digresión continua de cosas y sucesos que nada tienen que ver con la historia que se nos debería contar. Los únicos eventos destacables eran los pequeños incendios y las correspondientes reclamaciones a las compañías aseguradoras; porque se nos dice que es la única forma de salir momentáneamente de los apuros económicos. Nada que te sacuda de verdad ni te conmueva el ánimo.

Una vida anodina, insulsa, cargante, con comentarios manidos sobre las propinas de los miércoles en la cafetería, el bocadillo de pavo con doble picante o si has visto a Susie o a Polly… Difícil para nuestra mentalidad mediterránea. O para cualquiera que no viva en esos alejados pueblos americanos.

A mí, “Piel quemada” me agrió el día.

En el diario “El País” el crítico Juan Carlos Galindo advertía que esta era “una novela sin grandes giros ni dosis de acción, que esquiva casi todos los recursos clásicos del género, pero que la recomendaba honestamente tras devorarla y analizarla” y aconsejaba: “Mejor, léanla”.

 ¡Craso error!

Le hubiese agradecido al periodista que nos hubiera dicho claramente que en el libro no se desencadena nada y mucho menos el interés del lector por una historia que resulta tediosa y localista (en el peor sentido).

Un bodrio al que le sobran demasiadas páginas.

Una vez más hay que denunciar este grupo de críticos “palmeros” que tanto dañan a la lectura. Mucho más si hablamos del género novela negra en el que, por su índole, la trama debe de ser directa, cortante, de realidad intensa, de apabullante denuncia para que el lector se sienta como sobre aguas torrenciales.

Me parece indecente presentar un libro con frases laudatorias de unas personalidades, posibles autoridades en la materia (Tess Gerritsen, Harlan Coben, Gilliam Flynn), en la solapa del libro.

La novela no me ha gustado nada. Espero que haya quedado claro.

Felices Fiestas.                                        

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