CRÍTICA DE LIBROS: “Jugadores de billar” de José Avello -548 Págs.

Sinopsis de TREA Ediciones: Relata la relación de varios amigos que se reúnen en un café ovetense a lo largo de los años, en un ambiente aparentemente tranquilo, pero donde subsisten los traumas de la Guerra Civil. La novela de José Avello empieza donde termina Leopoldo Alas Clarín, y su Regenta. Resultado bien logrado de un proyecto ambicioso en todos los extremos, en la ordenación de la trama, en la construcción del escenario, en la elaboración de los personajes, en el estilo. Recuerda cierta permanencia histórica de las imposturas de la Guerra Civil. «Jugadores de billar” es una excepción en su tratamiento de uno de los temas más controvertidos y menos visitados por la literatura española: el expolio que los vencedores realizaron sobre los vencidos, el saqueo, la apropiación de los patrimonios y empresas de los derrotados, de los exiliados, recurriendo a la denuncia, falsa incluso a veces, o hasta al asesinato, legal o no, aprovechando la confusión y la sospecha generalizada en los momentos del final de la guerra.

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Este libro tiene muchas páginas, la letra del ejemplar que he leído es pequeña y creo que ustedes conocen mi manía contra las novelas de más de 300 páginas. Sin embargo, esta novela la leería, aunque fuera el doble de extensa. Es magnífica.

Tiene un narrador peculiar; él mismo lo dice en el primer párrafo: “De mí prefiero no hablar porque no me atrevo y porque no sabría hacerlo sin mentir”. Aparentemente será solo testigo de lo que cuenta; irá desgranando las historias dentro de la historia.

El libro está dividido en cuatro partes de distinta duración (cada una con el nombre de una de las estaciones) y un subtítulo. Jugadores de billar es una novela inteligente, de ritmo pausado, que va desgranando a cada personaje con fluidez, como sin darse cuenta. Ambientada en la ciudad de Oviedo; en concreto, en torno a la mesa de billar del reservado de un viejo café Mercurio (en el que se juega al billar de carambolas de toda la vida), que ha permanecido ajeno a los aires de modernización.

Allí se juntan los cuatro varones protagonistas: Álvaro Atienza, torturado por su físico de contrahecho; Floro Santerbás, gandul, bohemio y presunto escritor; Rodrigo de Almar, homosexual oculto; y un “tapado”, al que descubriremos en la tercera parte de la novela. Todos, miembros de la clase media alta de la sociedad, dedicados a la docencia universitaria o a vivir del negocio familiar; andan por la cuarentena y son amigos de la infancia o la adolescencia.

Hay otros asiduos, con un papel muy relevante, como el periodista Manolo Cifuentes, apodado cómicamente Arbeyo (guisante, en el habla asturiana), y su mujer Carmina, ecologistas ambos; Vicente el Ciclista, que no era ciclista sino cojo; otro, un sacacuartos contumaz (se debía dinero incluso a sí mismo), un genio del sablazo; Mari la Gorda; Obdulia, que se ofendía si no la llamaban simplemente Dulia…

Someramente va dejando caer el tufo antifranquista de los intérpretes, de sus inquietudes literarias o la falta de ellas y los gestos o mutismos, la forma de relacionarse con los demás: “Hoy, Álvaro jugaba mal, con rencor y silencio, como si en vez de jugar estuviese tratando de ocultar algo”.

En el billar los jugadores apenas tenían nada que decirse; hablaban de trivialidades, bebían cerveza, fumaban. Unos juegan y otros miran.

José Avello nos va desgranando la vida de los personajes: la rutina diaria, la vida de pareja y sus altibajos emocionales, el repertorio de fracasos y el miedo al paro, que ya es un instrumento de terror en todo el país. Los oscuros negocios y las camarillas provincianas. El dinero, siempre el dinero.

Son páginas sin desperdicio que van reflejando la vida en Oviedo, el suceder de las estaciones y la evolución de los protagonistas.

Quiero terminar con las palabras que mi admirado Alfons Cervera dedicaba a este asombroso libro: “Jugadores de billar es una novela que nadie debería perderse. Nadie, insisto. Nadie”.