CRÍTICA DE LIBROS: “Los amnésicos” de Géraldine Schwarz- 396 Págs.

Sinopsis de Tusquets: En la ciudad alemana de Mannheim, de donde es originario su padre, Géraldine Schwarz descubre que su abuelo Karl Schwarz, amparándose en la injusticia de la legalidad nazi, compró en 1938, a un precio irrisorio, una empresa a sus propietarios judíos, los Löbmman, más tarde asesinados en Auschwitz. Tras la guerra, confrontado con un heredero que reclama una reparación, Karl Schwarz opta por la negación de sus responsabilidades como Mitläufer, es decir, aquellos que, como la mayoría de los alemanes, «se dejaron llevar por la corriente».

De este modo arranca una apasionante indagación familiar que cubre tres generaciones y que explica la compleja evolución que condujo a los alemanes desde una dictadura a la democracia. Hija de padre alemán y de madre francesa, Géraldine Schwarz abordará asimismo las lagunas de la memoria en Francia, Austria o Italia, una amnesia deliberada que amenaza hoy en día el consenso moral y la democracia en Europa. Como señala José Álvarez Junco en el epílogo escrito especialmente para esta edición, “Los amnésicos” nos alerta también sobre la enorme «complejidad de los problemas pretéritos y la dificultad de atribuir con nitidez culpas colectivas».    

 

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La mayoría del pueblo alemán tuvo una acumulación de pequeñas cegueras y de pequeñas cobardías que, sumadas unas a otras, habían creado las condiciones necesarias para los peores crímenes de Estado organizados que la humanidad haya conocido jamás.”

Así comienza el libro, achacando de falta de perspectiva a los que siguen la corriente y no participan mínimamente para evitar los crímenes de Hitler. El propio Führer tanteaba al pueblo regularmente para ver el alcance de lo que se toleraba y lo que no se toleraba, para así saber hasta dónde podía llegar.

El delirio de Hitler y Goebbels (que, por otra parte, no respondían en absoluto a los criterios morfológicos del ario) desoía que los alemanes a lo largo de milenios se habían mezclado con otros pueblos. 

La guerra supuso la muerte de cinco millones de soldados alemanes en los campos de batalla. El Reich mató o dejó morir a 3,3 millones de los 5,7 millones de prisioneros soviéticos.

El número de berlineses que se quitó la vida en las últimas semanas del conflicto supera los 10.000. Mucha gente, antes de suicidarse, mataron a sus hijos. Más de 1,4 millones de mujeres alemanas fueron violadas por los soldados rusos.

Se perdieron por los bombardeos el 80% de viviendas; en las que quedaron, tenían la obligación de albergar al menos a ocho personas en un piso de 90 metros cuadrados.

En la postguerra, no permitían a los judíos frecuentar cines, bailes o teatros ni deportes. Se conminaba a los habitantes a no comprar en las tiendas judías; incluso algún diario amenazó con publicar el nombre de las mujeres que supuestamente habían tenido relaciones amorosas con los judíos.

Las esposas-viudas de guerra tenían una pensión. Ellas no querían volver a casarse para no perder la paga y, cuando encontraban pareja, se amancebaban. En estos casos, para poder convivir en el piso, se hacía pasar por tío.

Todas estas campañas de intimidación dieron mucho resultado por la difamación pública que suponía, sobre todo en las pequeñas y medianas ciudades.

Cuando todo el mundo sufre, la empatía es raramente necesaria. Había que acoger a millones de refugiados y los conflictos que esto generaba acumulaba las difíciles condiciones de subsistencia.

De los innumerables relatos y estudios que han pasado por mis manos, este libro es el que más claramente me ha documentado y enseñado. Sí, a estas alturas podemos decir que estamos un tanto fatigados de relatos de la Guerra Mundial y la postguerra, pero este libro es necesario leerlo.           

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