CRÍTICA DE LIBROS: “Servidumbre humana”, de W. Somerset Maugham- 663 Págs.

Sinopsis de Penguin Random House. - Huérfano, con un pie deforme y educado por unos tíos muy religiosos, Philip Carey parecía condenado a tener una anodina existencia provinciana. Sin embargo, su pasión por la vida, sus ansias de aventura y libertad le empujan a viajar, primero a Alemania y más tarde a Francia, para cumplir su sueño de convertirse en artista. Pero sus esperanzas no se cumplen y regresa a Inglaterra, donde inicia los estudios de medicina. En Londres conoce a Mildred, una mujer vulgar, pero seductora, que despertará en él una desaforada pasión que no tarda en cambiarle la vida.

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 LA EDITORIAL. - El ejemplar que he leído es más bien de tamaño pequeño. Tiene una letra tan diminuta que no debería estar permitida, ni siquiera para los prospectos farmacéuticos. El editor ha metido 71 caracteres (contando los espacios) por línea y 38 líneas por página; es decir, 2.700 caracteres cuando en una impresión habitual rondan los 1.800. La lectura, con esos minúsculos tipos de imprenta, es un verdadero calvario.

EL AUTOR. – W. Somerset Maugham fue un hombre solitario, a pesar de disfrutar de las conversaciones brillantes con espléndidas amistades y de gustar la compañía de mujeres hermosas (aunque se dice que era homosexual). Esta soledad la refleja en Mildred, la protagonista de la novela. Además, Maugham tenía una invencible tartamudez (causada por la sacudida de la muerte de su madre) y el trastorno que al autor le causaba esa inferioridad la plasmó en Philip, el protagonista, en forma de pie equino o pie zambo. Con esta obra se hizo riquísimo, pues llegó a vender sesenta millones de ejemplares en todo el mundo. Somerset Maugham tomó el título de la IV parte de la Ética de Spinoza (La servidumbre humana), en la que el filósofo analiza la incapacidad de las personas para controlar sus emociones.

LA NOVELA. - Hace muchísimos años este libro me pareció una obra maestra. Me sentí cautivado, aunque no era de aventuras ni tenía una intriga que te atrapase, que eran mis temas predilectos en aquella época. Es una novela de sencillez formal y estilo sosegado. Como es natural, debido a la edad que tenía en mi primera lectura del libro, se me pasaron muchas reflexiones que ahora he disfrutado plenamente. Es un seductor escribiendo y atrapa como los grandes maestros. Todo lo que Maughan nos dice es sustancial, a diferencia de tantos autores de hoy día.

El libro está muy bien escrito y es un placer saborear cada párrafo. No sobra ni una línea porque el autor le dedica lo justo a cada suceso y a cada personaje. Es perfecto, una obra envidiable.

LA TRAMA. – Nos desgrana la vida de Philips, que pierde a sus padres siendo niño y lo acogen sus tíos. Él es un clérigo estricto y tradicional; su esposa es una sencilla mujer que trata al huérfano como al hijo que nunca tuvo. En el colegio, destacaba entre los primeros de la clase, pero se hubiera cambiado con el muchacho más estúpido del colegio con tal de no cojear. Su pie contrahecho y la humillación de caminar le amargaba todo el tiempo.

Fue a Heidelberg a aprender alemán. Su profesor le enseñó más de su experiencia de la vida que de matemáticas: “En la vida existen dos cosas buenas: libertad de pensamiento y libertad de acción. En Francia podrá usted tener libertad de acción; puede hacer lo que le parezca, pero debe pensar como los demás. En cambio, en Alemania debe hacer lo que hacen los demás, pero puede pensar como guste. Las dos cosas son buenas, pero yo prefiero la libertad de pensamiento. En Inglaterra no se tiene ni una ni otra. Vive uno prisionero de los convencionalismos”.

Poco después marchó a París, aprendiendo a pintar; conoció a chicas que le proporcionaron sus primeros escarceos amorosos. La vida en París era costosa y tiene que volver a Londres, donde comienza estudios de medicina. Es en este punto de la novela ––hacia la página 300–– cuando aparece Mildred

Una magnífica novela que me ha producido mucha satisfacción. Si la tienen en su biblioteca, no dejen de disfrutarla.

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