Gota fría
Aunque cuesta creerlo, seguimos
estando amenazados: habrá que acudir nuevamente a las urnas porque los
políticos españoles progresistas se muestran incapaces de llegar a un acuerdo
para la formación de un nuevo gobierno.
Han transcurrido cinco meses y los
responsables de investir a Pedro Sánchez no han alcanzado pacto alguno. Los
votantes de izquierda (que expresaron su voluntad allá por abril pasado),
contemplan perplejos la inoperancia de los negociadores.
El cabreo del personal es tremendo.
Sánchez Ferlosio hablaba de la moral del pedo: se complace de la fetidez
propia mientras hace aspavientos a la ajena. La culpa se le echa al otro: Pedro
Sánchez censura a Pablo Iglesias que no haga ofertas serias de negociación; el
dirigente de Unidas Podemos le recrimina al líder socialista sus escasas ganas
de juntarse. Reproches y más reproches.
Y la casa por barrer.
Una
piensa que la culpa es de los dos
líderes; aunque haya que dejar muy claro que el encargado de formar gobierno es Pedro Sánchez. Este hombre es un
cabezota; ya se sabe, pero ignoramos qué misteriosos sondeos maneja y que (al
parecer) le auguran resultados mejores que los obtenidos en abril. Allá él y su asesor Iván Redondo, el Rasputín de la Moncloa. Porque la gente
está más que harta de tanta inoperancia y amenazan con no volver a votar.
Alegan que si Pedro y Pablo trabajasen en una empresa privada los habrían despedido
hace tiempo por su estúpido comportamiento infantil.
Desde
luego yo creo que la sensación de que “mi voto no valió para nada” va a ser una
poderosa razón para el abstencionismo de la izquierda. Nunca pareció tan fácil un acuerdo de las izquierdas para hacer un
cambio que sería el asombro de Europa. Y
(al llevarlo a la práctica) resulta que el asunto se les ha hecho una montaña
insalvable. Nadie se puede explicar a qué viene tanta aversión entre los dos.
El
actor José Sacristán había dicho: Todo lo
que pasa es por la vieja inquina entre comunistas y socialistas. Las izquierdas
se matan. No se pueden ni ver”. Así fue: Iglesias y Sánchez ni se miraron
en la sesión parlamentaria de ayer.
No
es la gota que rebasa el vaso. Es una gota
fría, que se puede llevar todo por delante, sin remedio.
Después de lo que pasó en Andalucía, con el
advenimiento del Trifachito, la
izquierda vio venir al lobo; así que,
en abril, votó claramente por un programa
conjunto de izquierdas. Programa que PSOE y UP no han sabido elaborar y se
han enzarzado en minucias. Sánchez no quiere saber nada de Podemos e Iglesias
le amenaza que –sin ellos– jamás será presidente…
¿Qué
quieren que les diga? La cuestión
resulta aburridísima. Si los políticos no saben poner en práctica los deseos
del electorado y nos quieren pedir que arreglemos un
entuerto que ellos no han sido capaces de solucionar, conmigo que no cuenten.
Así
de clarito.
Por
tarugos.
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